jueves, 28 de enero de 2010

La partida

Llego a la zona de control, esa famosa en la que te cachean, te hacen sacar mil cosas y demás. A partir de aquí ya tengo que ir solo, pues mis padres por ahí ya no pueden pasar. Tal vez sea de los momentos más duros desde que comencé a planificar el viaje. Intento aguantar estoicamente. Sólo pienso que no quiero romper a llorar, por mi madre. Es la última vez que me van a ver en un año, y quiero que me vean lo más feliz posible. Abrazo primero a mi padre, y se me saltan solas las lágrimas. Intento retenerlas todo lo posible, y mi madre ya está llorando al darme la vuelta. La abrazo fuerte, e intento animarla gastándola alguna broma, aunque yo también me siento hecho una mierda por dentro. Pero no quiero que me vean llorar. Ya habrá tiempo, pero no ahora. Doy media vuelta, y marcho al control, mirando hacia atrás despidiéndome con la mano.
Me hacen sacar todas las cremas que llevo en la mochila, lo metálico que lleve encima, y me hacen sacar el portátil. Paso a la primera, sin pitar ni nada. Me pasan el equipaje de mano por el escáner, y me dice la guardia jurado “¿Eso es una torreta de dvd’s vírgenes?” Le digo que si y pienso “Y al lado van 35 películas piratas. Ves llamando a la SGAE” Cojo mis cosas, mientras saludo con la mano desde la lejanía a mis padres y marcho buscando la puerta de embarque J46. No tengo tiempo ni de tomarme un café, asique me voy directo a la puerta de embarque, y espero 10 minutos hasta que empiezan a meter a la gente.
Me llama la atención, por que pienso “Joe, esto está lleno de negros, y para mi que todos los blancos son argentinos o de por ahí…” (no en tono racista, ni mucho menos, pero extrañado, por que como luego confirmaría, era verdad…xD). No sé cuantas plazas tendría el avión, ni cuantos pasajeros íbamos, pero si sé, que me sientan en el último asiento de todos, atrás del todo, al lado de una pareja mayor de asiáticos que me daban un poco de mal rollo (el tío nada más sentarse se quedó frito, y la mujer va y se casca una mascarilla de estas de la gripe A). Total, 5 minutos antes de embarcar, resulta que el avión está al 30% de capacidad, y estoy siendo generoso. Cojo, me levanto, y me siento por delante solito a escuchar música. Un azafato con cara de “mmm, ¿aquí huele a mierda?” da las explicaciones, y ale, a despegar. No puedo contener las lágrimas antes del despegue. Ya me da lo mismo quien me vea. Según se levanta el avión pienso “Aquí dejo mi tierra. ¡Cómo te voy a echar de menos!” Poco antes de aterrizar, el piloto dice algo así como “Los pasajeros procedentes de África y Argentina pasen a recoger su equipaje por….” Ya decía yo…xD
A las nueve menos cinco llego a Barna. Aterrado, sin saber muy bien a donde ir, busco un puesto de información, pues Mr. Lumbreras no me sacó nada más que tarjeta de embarque para el primer vuelo, y me dijo que cuando llegase a Barcelona, que buscase una oficina y que me las hiciesen. Veo a una mujer con una chaqueta verde fosforita, según voy andando con cara de perdido, y le pregunto que si me puede decir donde hay una oficina de Singapour Airlines. La mujer, supersimpática y agradable, me pide que la acompañe. Me dice que no suele haber gente en la oficina que hay dentro de la zona de embarque. Le explico que el siguiente vuelo lo tengo a las 10, y ella me dice que la acompañe a “su oficina de información”, pues ese era su cargo. Me dice que me tranquilice, y no me preocupe, pues en un principio, pensaba que tenía que salir de la zona de embarque y volver a pasar todos los controles y todo. Coge el teléfono y empieza a hacer unas llamadas. Me pide el pasaporte. Da unos cuantos datos y cuelga. “He hablado con Singapour Airlines y me han dicho que el único pasajero que faltaba por recoger la tarjeta de embarque eras tu. Les he explicado la situación y me han dicho que vayas directo a la puerta de embarque D18. Ahí te van a dar tus tarjetas de embarque. Pasa primero por el puesto de pasaportes de la policía nacional, y le explicas tu situación. Si tienes problemas, diles que llamen a este número. Y eso es todo. Espero que tengas un feliz vuelo.” Con la boca abierta como los leones de correos, no puedo reprimir en voz alta “¡Joder, igualito que en Barajas!” y las dos chicas empiezan a reírse. Me despido de ellas dándoles mil gracias, y me dispongo a seguir sus instrucciones.
Llego hasta el puesto de la Policía Nacional, y me pongo a explicarle la situación. El agente me mira la camiseta (llevo una camiseta del CNP) y me dice “Tranquilo, pasa” y yo sin creérmelo aún, paso. Encuentro enseguida la puerta de embarque, y miro a mi alrededor. Veo que todos tienen “cara de irlandés lechoso” como diría el maestro Eastwood en “Gran Torino”. Cuento unas 25 personas a bote pronto. Hablo con un chico que está en la puerta de embarque, y me da los dos billetes (el de Singapur y el de Sydney).
Comienza la parte dura del viaje.

"Este adios no maquilla un hasta luego. Este nunca no esconde un ojalá. Estas cenizas no juegan con fuego. Este ciego no mira para atrás." - Joaquín Sabina

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